Celebrado a iniciativa de la presidenta del país, Salome Zurabishvili, que no reconoce los resultados que otorgan el triunfo al partido gobernante Sueño Georgiano, cuya bancada de 89 diputados sobrepasa en 13 legisladores el mínimo para formar gobierno, el mitin en el centro de la capital de Georgia reunió, basándose en la herramienta mapcheking, alrededor de 15 mil inconformes con las “irregularidades” –sostienen– que facilitaron la victoria del oficialismo –y acusan– con la complicidad de la máxima autoridad en materia electoral.
En nombre de las agrupaciones de oposición, que insisten en que sumando los sufragios que en realidad recibieron superan a Sueño Georgiano, hizo uso de la palabra Georgi Vashadze, dirigente de Unidad – Movimiento Nacional, quien expuso, aclamado por la multitud, lo que acordaron las cuatro coaliciones y partidos que se enfrentaron en las urnas al oficialismo el sábado anterior:
“Primero, nosotros, igual que todos ustedes, consideramos que estos comicios carecen de legitimidad; segundo, no tenemos ninguna intención de formar parte de este Parlamento, renunciamos a todos los mandatos (de diputado) y anulamos las listas de partido; tercero, vamos a luchar hasta que venzamos y prometemos que vamos a vencer; y cuarto, tenemos una exigencia concreta: repetir las elecciones, pero organizadas por una administración electoral internacional”.
Vashadze no precisó que entienden los líderes opositores por “administración electoral internacional” y reiteró que no van a negociar con Sueño Georgiano, salvo “las condiciones para repetir la cita en las urnas”.
Frente a lo que empieza a perfilarse como enésima crisis de poder en Georgia, Sueño Georgiano, que rechaza todas las acusaciones de haber alterado los resultados y asegura que su victoria refleja la voluntad mayoritaria de los georgianos, recibió este lunes la visita del controvertido primer ministro de Hungría, Victor Orbán, quien viajó a Tiflis para expresar su apoyo a su colega georgiano, Irakli Kobajidze.
Orbán, cuyo país ostenta hasta diciembre siguiente la presidencia rotatoria de la Unión Europea (UE), no recibió ningún mandato del Consejo Europeo para este viaje y lo hace a título personal, aclaró Bruselas.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo mismo que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y otros dirigentes comunitarios siguieron exhortando a las autoridades georgianas a “investigar con seriedad las presuntas irregularidades” que, dicen, hubo durante la votación del sábado.
La Unión Europea, de acuerdo con una de sus voceras, Nabila Massrali, considera que las elecciones en Georgia estuvieron marcadas por “una campaña de desinformación sin precedentes y una dura retórica antieuropea, inspirada por Rusia”.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, rechazó “de modo categórico” las acusaciones de que Rusia trató de influir en los comicios georgianos. “Es algo que para muchos países tiene carácter estándar. Apenas pasa cualquier cosa, de inmediato culpan a Rusia de injerencia. No, eso no es así. No hubo ninguna intromisión. Esas acusaciones carecen de todo fundamento”, remarcó Peskov.
Y de alguna manera le dio la razón, desde Tiflis, el canciller húngaro, Péter Szijjártó, que forma parte de la comitiva de Orbán, al responsabilizar a la UE de poner en entredicho la limpieza de los comicios en Georgia. En su opinión, “el sábado no ganaron los designados por Bruselas y la corriente mayoritaria liberal, sino el partido gobernante que defiende la soberanía, la paz y la familia; en una palabra, los intereses nacionales”.