
Lo rodearon por minutos con abrazos y consignas repetidas de que no está solo. Ellas eran un contingente de alrededor de dos mil y él, José Luis Castillo, el padre de una adolescente desaparecida en 2009, el único hombre cuyo acercamiento fue admitido ayer en la marcha “separatista” conmemorativa del 8 de Marzo.
A varias les escurrían lágrimas al corear el nombre de la hija cuya búsqueda Castillo no ha dejado en ya más de una década: “¡Esmeralda, hermana, aquí está tu manada!”
Con el rostro de ella en la manta que porta a manera de chaleco, y desde la banqueta del Parque Borunda, el padre de familia les dio las gracias por nombrarla, por alzar la voz y por la valentía, antes de lanzar confeti al aire y hacerse a un lado para dejar que continuara la protesta, exclusiva de mujeres.
Era casi la una de la tarde sobre Paseo Triunfo de la República. Antes, al inicio de la concentración, una densa nube que empezó a descargar aguanieve había motivado gritos de júbilo en el estacionamiento de Río Grande Mall, donde las primeras gotas de hielo marcaron el arranque de un recorrido que se prolongó por casi tres horas y 3.5 kilómetros, entre ese centro comercial y la plaza cívica Benito Juárez.
“Ni la lluvia / ni el viento / detendrán el movimiento”, fue una de las primeras consignas, lanzada por cientos mientras tomaban la calle Adolfo de la Huerta y antes de que iniciara el coro de otras clásicas: “No que no / sí que sí / ya volvimos a salir”; “Ni una más / ni una más / ni una asesinada más”; “Las niñas, marchando / también están luchando”.
Con globos, bengalas y diversas prendas color violeta, sobre todo pañuelos al cuello, las manifestantes inundaron la protesta, pero también con cientos de pancartas, cada una con exigencias de justicia, respeto y libertad para las mujeres en una ciudad cuya violencia sexual y feminicida ha sido denunciada durante más de 30 años.
Apenas hace unos días, un probable caso de violación se reportó en una guardería afiliada al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y fue también expuesto ayer en la marcha.
“Nunca fue, es, ni será tu culpa”, “No llames energía masculina al ser una chingona”, “Que los ojos de las desaparecidas te persigan en tus sueños y el llanto de sus madres no te deje dormir”, se leía entre los mensajes.
Para Leslie Muñoz, de 25 años, la de ayer fue la primera asistencia a un acto por el 8 de Marzo; y se sumó, dijo, por la injusticia que se vive en las calles y hasta en el gobierno, por los intentos de silenciamiento, por la normalización de agresiones que “a veces ya no vemos”, porque no es fácil que la población se dé cuenta de estos obstáculos.
“Yo sé que con esto a lo mejor no logramos mucho, pero que la gente vea por qué está toda esa multitud aquí, qué les duele a tantas mujeres o qué pasa; o sea, crear en ellos esa pregunta y que se animen a investigar más allá, lo que hay, que se cuestionen el sistema”, agregó Muñoz, empleada de maquiladora.
La organización estuvo a cargo de agrupaciones feministas locales como Voces del Desierto, Entérate Mujer, Mujeres en Rebelión, Lesbicats by Xolas, 656 Quema de Agresores y 8 de Marzo Ciudad Juárez, las cuales pidieron a madres de víctimas colocarse al inicio del contingente.
Hubo diversas paradas
Y ahí, casi al frente, por ejemplo, iban Anita Cuéllar, madre de Jésica Padilla, desaparecida en 2011, o Susana Montes, madre de María Guadalupe Pérez, asesinada a los 17 años y una de las víctimas encontradas en 2011 en el Arroyo del Navajo, en el Valle de Juárez.
“Ahora sí nos sentimos empapadas como madres de ver a tanta gente aquí en nuestra Ciudad Juárez, que a veces nos sentíamos solas; ya no, ahora miramos que están con nosotras, esa solidaridad con las muchachas, con las señoras, con las niñas”, dijo Montes en entrevista.
De acuerdo con Abigail Bolaños, integrante de Entérate Mujer, la manifestación se concibió como “separatista” en reclamo político por el despojo de otros espacios.
“Se hace referencia a este tema histórico en el que las mujeres no hemos podido tener espacios exclusivos, en los cuales nosotras hemos sido despojadas de infinidad de derechos.
Entonces, el que las mujeres, sólo las mujeres, estemos tomando los espacios, es más que político y revolucionario, además de que el aliado de una puede ser el agresor de otra”, dijo.
Hubo paradas frente al Hospital de la Mujer, donde se exigió el fin de la violencia obstétrica, y frente al estacionamiento del Comité Municipal del PAN, donde se colocaron pesquisas y se pasó lista a víctimas como la activista Isabel Cabanillas o la poeta Susana Chávez, ante cuyos nombres las participantes respondieron con un respectivo “¡presente!”.
Niñas con alas de mariposas en el mismo tono púrpura, además de panderos y botes de plástico convertidos en tambores fueron parte también de una “batucadita” en el recorrido, en el que también se recibieron claxonazos de los conductores que avanzaban sobre el cuerpo norte de la avenida.
“Nos han arrebatado a miles de mujeres. Ciudad Juárez fue y sigue siendo epicentro de la violencia feminicida en México. Desde los años 90 hasta hoy, hemos contado los cuerpos de nuestras hermanas, marcados por la impunidad, la indiferencia y el silencio cómplice de las autoridades”, leyó Bolaños en la plaza del Monumento a Juárez, al concluir la manifestación.
“¡Que retumbe nuestra voz en cada rincón de esta ciudad y que tiemble el mundo porque estamos juntas, somos miles y no nos detendremos!”, agregó en su cierre, ante aplausos.